miércoles, 30 de junio de 2010

El chico

Con aire tranquilo, fundido en la suave melodía de aquello que pasó hace siglos, como las notas que bailaban en aquel cubículo cuadrado, o de lo de hace tan solo semanas, el chico se afanaba, a veces con añoranza, otras con resuelto desprendimiento, a recoger todo lo que le había acompañado durante su vida en soledad. Él consigo mismo, no le hacía falta nada más. Armoniosos movimientos meditados, como todo lo que hace: pensado, madurado y conscientemente llevado a cabo.

Huele, suspira, mira hacia un rincón, vuelve a oler, sonríe y dobla cuidadosamente aquello que había pertenecido durante un tiempo a alguien especial. El momento y el lugar precisos: sentimientos encontrados tras vueltas y vueltas de incomprensión y necesidad de respirar bocanadas de aire puro, sincero y limpio, transparente y sano, curativo: renovador. Casi parece entrar una corriente de este nuevo aire fresco en el a estas alturas ya abarrotado cubículo veraniego.

El chico ultima los detalles, para, piensa de nuevo, se revuelve inquieto y duda. Una mirada tierna, no sin cierta tristeza, pero feliz como un niño en el fondo, anuncia lo que sabe que tenía que pasar: sólo queda esperar para descubrir el final de esta historia, que cambia dependiendo de la página por la que decide seguir leyendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario