El otro día llegó mi compañera de piso culturizándome, para variar: “¿Has visto Zelig?”, me soltó como una bomba, y a mí, que el nombre no me sonaba muy diferente del de algún producto de limpieza, me dejó por un momento desubicada, sin saber muy bien si se refería a una película nueva, o alguna suerte de personajillo extraño de dibujos animados (vaya, por decir algo). Ante mi cara de “¿ueao?” añadió: “Sí, una especie de documental de Woody Allen. ¿No te suena?” Touché. Y yo que creía que era fan de Woody Allen, y más o menos, conocía sus películas (o al menos era capaz de distinguirlas de un producto de limpieza)…
¡Y ya está: mordí el anzuelo! Me picó el gusanillo de saber qué era aquello que a mi compañera le parecía tan interesante y original (además de divertido: la tía se lo pasaba pipa ella sola). Y la curiosidad mató al gato. Bueno, en este caso al camaleón. Pasé los primeros minutos de película completamente descolocada ante aquello que veía: tenía formato de documental de los que a mí me gustan (en blanco y negro), pero hablaba de algo muy extraño. Era un hombre con la capacidad de transformarse en aquel al que se acerca.
Por unos momentos pensé que se trataba de un documental (sobre algún caso insólito, eso sí), hasta que Woody Allen hizo su aparición estelar como camaleón. En ese momento resolví que mis conocimientos sobre el director me daban como para saber que no se trata de un bicho raro (al menos no en el sentido literal de la expresión) y que, por tanto, no podía ser real.
Conociendo a Woody Allen, supuse que la solución a mis enigmas era simplemente que le había hecho gracia al hombre contar su historia en un formato diferente. Pero entonces apareció Susan Sontag y me rompió todos mis esquemas. ¿Cómo aparece una fotógrafa real tan importante como ella haciendo un Cameo en una peli woodyallenca? ¡Era de locos! A medida que le daba más vueltas, la cosa se salía más de madre. Al final, decidí que, puesto que nada tenía sentido, lo mejor era dejarme atrapar por las imágenes “aparentemente” antiguas y dañadas y la musiquilla pegadiza y animada de principios de siglo.
La película acabó: me gustó mucho, la verdad, pero me quedé pasmada y con la incógnita de saber qué había sido aquello en realidad. Fue, finalmente, José María Perceval, el que me sacó de mi duda aletargada, y no seré yo la que haga lo mismo con vosotros. Al menos no hasta que hayáis visto Zelig.
¡Y ya está: mordí el anzuelo! Me picó el gusanillo de saber qué era aquello que a mi compañera le parecía tan interesante y original (además de divertido: la tía se lo pasaba pipa ella sola). Y la curiosidad mató al gato. Bueno, en este caso al camaleón. Pasé los primeros minutos de película completamente descolocada ante aquello que veía: tenía formato de documental de los que a mí me gustan (en blanco y negro), pero hablaba de algo muy extraño. Era un hombre con la capacidad de transformarse en aquel al que se acerca.
Por unos momentos pensé que se trataba de un documental (sobre algún caso insólito, eso sí), hasta que Woody Allen hizo su aparición estelar como camaleón. En ese momento resolví que mis conocimientos sobre el director me daban como para saber que no se trata de un bicho raro (al menos no en el sentido literal de la expresión) y que, por tanto, no podía ser real.
Conociendo a Woody Allen, supuse que la solución a mis enigmas era simplemente que le había hecho gracia al hombre contar su historia en un formato diferente. Pero entonces apareció Susan Sontag y me rompió todos mis esquemas. ¿Cómo aparece una fotógrafa real tan importante como ella haciendo un Cameo en una peli woodyallenca? ¡Era de locos! A medida que le daba más vueltas, la cosa se salía más de madre. Al final, decidí que, puesto que nada tenía sentido, lo mejor era dejarme atrapar por las imágenes “aparentemente” antiguas y dañadas y la musiquilla pegadiza y animada de principios de siglo.
La película acabó: me gustó mucho, la verdad, pero me quedé pasmada y con la incógnita de saber qué había sido aquello en realidad. Fue, finalmente, José María Perceval, el que me sacó de mi duda aletargada, y no seré yo la que haga lo mismo con vosotros. Al menos no hasta que hayáis visto Zelig.
la susan sontag está hasta en la sopa ultimamente. No solo es acuaria (o era??? O_o) sino que estuvo muchos años liada con la annie leibovitz y ahora la mencionas tuuu!!!!!!
ResponderEliminarlo dicho, hasta en el té!
Ala! No sabía lo de que estaba liada con Annie Leibovitz! creo que ni siquiera sabía que fuera lesbiana.... O.o A mí que me caía bien la Sontag esta... Pues sí, sale en Zelig, que ahí fue donde yo le puse cara, y me sorprendió mucho! Por eso la he mencionado. Eso debe de ser, que cuando estamos con alguien en mente sale a todas horas...
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